Páginas

RELATOS OCASIONALES

Me casé con 22 años, completamente enamorada y deseosa de mi marido que, por aquel entonces, solo se hacia pajas, hacer el amor le resultaba agotador.
Fueron pasando los años, tuvimos hijos y, como cabeza de mujer que tengo, seguía sin comprender porque le costaba tanto a mi hombre que jugáramos a amarnos, yo le desee por mucho tiempo, hasta que dejé de desearlo.
Para entonces ya era madre y mi prioridad había cambiado, eran mis hijos.
No me interesaban otros hombres, pero de vez en cuando, sentía la necesidad de sentirme amada, de tener un intercambio de amor.
Tuve amores ciberneticos, mucha escritura llena de pasión, personas que al igual que yo, se habían llevado el mismo chasco.
Inmersos en nada más que obligaciones y deberes.
Evidentemente uno siempre quiere lo mejor para los suyos y, sin intención de hacer daño a nadie. El padre quiere a sus hijas, las hijas quieren a su padre y, tienen todo el derecho de permanecer juntos, mientras tanto que hay de mi ?, pensaba yo, que ya era hija de padres separados.
Algún fin de semana que otro, muy de tanto en tanto, desatando pasión y locura para despertarme con un vacío imposible de llenar.
Pero volví a enamorarme, a mis 48 años, volví a enamorarme; nadie parecía necesitarme cerca y, lo dejé todo y me fui a apostar un nuevo amor maduro.
Pobre de mi, mi amor maduro no necesitaba eso, pero no supo manifestarlo a tiempo, y opto por la peor opción para mi "ya se cansará". Así que, ni me recibió con los brazos abiertos, ni me estaba esperando y si tenía varios entretenimientos femeninos próximos.
Cansada de darme pena a mi misma, volví al lugar del que me había ido, teniendo que pagar un alto impuesto por haber sido "mala chica".
Pero mi aún marido, me recibe bien y me indica que, lo poco que tenemos es de los dos y espacio para ambos sin que nos molestemos. Pasado un tiempo de convivencia, cada uno en su habitación, me propone que le gustaría volver a intentarlo; imposible para mi, me costó mucho prescindir de él pero en cuanto ocurrió supe que, aún sin pertenecer a nadie, tampoco volvería a corresponderle a él.
Hoy por hoy llevamos cuatro años de convivencia, única y exclusivamente bajo el mismo techo, con mucho afecto y respeto y disfrutando de nuestros hijos. Seguramente envejeceremos juntos, será un tremendo apoyo para esta faceta de la madurez.
En el amor ya ni pienso.

M.C.

SI QUIERES COMPARTIR UNA VIVENCIA QUE NO LE PUEDES CONTAR A NADIE :
AQUÍ TIENES UN LUGAR ANÓNIMO cambogiatrue@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario